La bella, ecléctica y folklórica Ciudad de México se caracteriza, entre muchas cosas, por su cultura culinaria. Es bien sabido que en la ciudad nos gusta hacer tortas de todo. Entre este interminable desfile de tortas de chilaquiles, huevo, milanesa, etc. sobresale la torta de tamal, o “guajolota”, como se le apoda. El inseparable compañero de este manjar culinario es el atole o “champurrado”. La guajolota, no es más que un tamal de la elección del degustador, insertada en un bolillo; mientras que el champurrado es una bebida caliente a base de maíz y agua o leche. De acuerdo con algunas fuentes este dúo dinámico es conocido como “guajolocombo”, sin embargo, algunas otras fuentes apuntas a que el verdadero “guajolocombo” cuenta también con una pieza de pan dulce. Conseguir uno de estos es sumamente sencillo en la ciudad, es cuestión de acercarse a cualquier vendedor de tamales en las proximidades y pedirlo.
La guajolota nace en Puebla bajo una concepción totalmente distinta. Originalmente era un pambazo con una enchilada en su interior, pero al llegar a la CDMX, se reinventa el concepto, manteniendo la esencia de masa dentro de masa. La guajolota y el guajolocombo con de consumo muy común debido a que es un alimento portátil, accesible y una gran fuente de carbohidratos para un día de labores pesadas.
El guajolocombo suele tener un precio alrededor de los quince pesos ($15) y cuenta con gran variedad de tamales, los más comunes siendo rajas, verde y dulce, además de existir una opción vegana. El atole, por otra parte, cuenta también con buena variedad, con las opciones más populares siendo chocolate, avena y arroz.
A pesar o en consecuencia de la popularidad del guajolocombo el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) ha twitteado desde su cuenta oficial, buscando informar a las personas del alto contenido calórico de éste, citándolo alrededor de 1080 kcal, cuando la cantidad recomendada para un adulto por día es de 1800 kcal para una mujer y 2000 kcal para un hombre. Sin embargo, en diversas fuentes hemos encontrado que existen desde 500, hasta alrededor de 1200 kcal. Así que en realidad sería cuestión de buscar la opción que nos parezca más conveniente de acuerdo al estilo de vida. Sin importar el contenido calórico, la guajolota, y ahora el guajolocombo son parte de la tradición culinaria mexicana y se han vuelto un pilar de la alimentación urbana en la CDMX.