A raíz de su enfermedad y las alucinaciones causadas por la misma, en 1947 el artista y cartonero de la Ciudad de México, Pedro Linares, crea la famosísima figura de los alebrijes, una especie de figuras fantásticas, también conocidos como animales guía.
Pedro Linares nació en la Ciudad de México en 1906, en una familia que se dedicaba a la cartonería, actividad que se lleva a cabo desde la época virreinal y consiste en crear figuras que representan la identidad de nuestro país. La familia del artista era muy pobre, lo cual provocó que su enfermedad se agravará, y Pedro quedará en una especie de coma.
El artesano cuenta a su familia que durante este coma él sueña con esta figura monstruosa y colorida la cual repetía constantemente la palabra “alebrije”, a la vez que guiaba su camino dentro del sueño. Al recuperarse, Linares comienza a usar su herramienta de expresión, la cartonería, para así darle vida a una de las figuras que hoy en día representan la identidad de México y se han convertido en parte fundamental de nuestra cultura.
Al inicio, los alebrijes no eran como los conocemos en la actualidad, ya que carecían de color. Después de crearlos, Linares decidió ponerlos a la venta afuera de su taller sin imaginarse que uno de sus primeros clientes sería Diego Rivera, uno de los muralistas más importantes y reconocidos en nuestro país. El mismísimo Rivera, fue quién les presumió estas nuevas creaturas a sus amistades, la élite de artistas e intelectuales mexicanos de la época, y fue gracias a esto que las figurillas cobraron popularidad.
El artista siguió trabajando en esta figura durante años, y poco a poco fue tomando la forma del alebrije que conocemos hoy en día: un animal fantástico, lleno de color y texturas. Fue así como creó una descripción profunda de lo que es realmente un alebrije. Es un animal que existe y no a la vez, ya que él lo hace manifestarse físicamente, sin embargo, no existe en la naturaleza, no hay nada así en el mundo real.
A su vez, le da características específicas, para que las personas que trabajan en su taller puedan recrear esta figura y es así como se han hecho los alebrijes a lo largo de los años. Estos deben de tener presentes los cuatro elementos de la naturaleza: aire a través de elementos del pájaro; tierra a través de narices de oso o armadillo; fuego representado a través de lenguas viperinas; agua a través de escamas. Lo más importante es que estos cuatro elementos armonicen entre sí para crear una figura estéticamente atractiva, pero siempre conservando su elemento fantástico.
En la actualidad, el taller donde nacieron estas figurillas sigue funcionando, localizado en la Ciudad de México, en las cercanías del Mercado de Sonora. La familia Linares le brinda tributo a su abuelo, conservando esta hermosa tradición y compartiéndola alrededor de todo el país.